Resiliència…o resistència?

“La resiliència ha esdevingut un dels tòpics més recurrents en seminaris de coaching, cursos de desenvolupament professional i jornades d’emprenedoria, productivitat i innovació. Diverses veus crítiques correlacionen la promoció del concepte de resiliència amb la imposició del conformisme i la resignació davant les injustícies, els abusos, l’explotació, etc. En el context socioeconòmic actual, en lloc de “ser resilients” com ens imposen, no hauríem de resistir-nos als canvis de qualsevol tipus que ens prejudiquin com a societat i com a individus? Però, què significa ser resilient? Callar-se la boca i aguantar?”

Resiliencia, un concepto discutible

Marcelo Colussi

“¿Qué significa en ese contexto ser resiliente? ¿Callarse la boca y aguantar, o luchar contra esa flagrante inequidad?

¿De qué se trata realmente la resiliencia? ¿Qué elemento positivo nuevo aporta efectivamente? Que mucha gente tiene esa capacidad de rehacerse, de no quebrarse y salir airosa de las peores situaciones, no es ninguna novedad. Si el concepto consiste en describir eso, pues no es un concepto científico en sentido estricto que inaugure un nuevo campo de conocimiento produciendo una ruptura epistemológica, sino que no pasa de la mera descripción. «El patito feo también puede ser lindo». ¿Podemos llamar a eso un concepto novedoso que aumenta el saber y la capacidad de actuar en el mundo?

Si abrimos una crítica en torno a la idea de resiliencia es por los peligros ideológicos que allí anidan, peligros que pueden pasar inadvertidos en tanto la forma con que aparece el concepto pareciera que ayuda a caminar, en tanto «prueba que la realidad es transformable». Pero junto a esa cuota de esperanza -para lo cual no es necesario creer que se está ante un nuevo concepto, pues la descripción más obvia nos muestra que siempre «después de la tormenta sale el sol»- no podemos dejar de ver también que hay un transfondo de resignación: no se trata de saber soportar la adversidad (para lo que, incluso, se puede dar un largo catálogo de recetas prácticas… Y así surgen las propuestas de autoayuda y toda la parafernalia de «Usted puede, no sufra, técnicas para ser exitoso»). No se trata de saber adaptarse a la realidad y poder sobrellevarla. ¡Se trata de transformarla!”

La realidad está constituida por el conflicto, verdad inobjetable. La idea de resiliencia, sabiéndolo o no por parte de quien la usa, apunta a la «suavización» de la crudeza de esa realidad.

Con la incorporación de este discutible concepto se corre el riesgo de quedar entrampados en un planteo adaptacionista, reeducativo. ¿Hay que acallar el malestar, o hay que encontrarle su sentido, para poder entenderlo y, eventualmente, modificarlo? ¿Se trata de acallar el sufrimiento acaso, promover el «éxito» personal, tapar el síntoma? ¿No podemos así, sin saberlo, devenir cómplices de una maquinaria trituradora que busca la construcción de normalidades y adaptaciones peligrosas, que obliga a ser «uno más», fuerte y bien portado, silenciando las voces discordantes?”.

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Una mirada crítica a la resiliencia como autoayuda

Omar Medina Cárdenas, Antar Martínez Guzmán

La cultura terapéútica se refiere al proceso en que diferentes conocimientos y contenidos provenientes de múltiples fuentes y disciplinas (científicas, pseudocientíficas o incluso religiosas) se difunden masivamente en la sociedad y se ponen a disposición de los individuos sin que se requiera la intervención de ninguna autoridad profesional (por ejemplo, el psicólgo). Así, estos contenidos se ‘traducen’ y se divulgan en materiales muy diversos (libros de autoayuda, podcasts, aplicaciones móviles) que la gente puede consumir para perseguir metas personales como la felicidad o el éxito. Además, estos contenidos popularizados promueven ciertos ideales sobre lo que se considera éxito o sobre las metas que el invividuo debe perseguir, incitándolo a ‘intervenir’ sobre sí mismo en ciertas direcciones; a cultivar determinadas actitudes (ser optimista, por ejemplo), determinadas formas de pensar, de comportarse y de relacionarse con los demás.

En este contexto, nos parece importante hacernos algunas preguntas: ¿cómo se define y se entiende la resiliencia en estos ámbitos de la Psicología Positiva y de la cultura terapéutica?, ¿cómo este concepto es usado en un fenómeno tan masivo como la literatura de autoayuda y cuáles son las invitaciones que hace y las directrices que otorga a quien la consume? Y, sobre todo, ¿cómo esta particular forma de entender la resiliencia y sus directrices hace que las personas se vinculen con ciertos ideales ser y de actuar que les son funcionales al sistema en el que vivimos, es decir, el capitalismo neoliberal?

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“La resilencia se ha convertido en uno de los tópicos más recurrentes en seminarios de coaching, cursos de desarrollo profesional y jornadas de emprendimiento, productividad e innovación. Diversas voces críticas correlacionan la promoción del concepto de resiliencia con el marco de relaciones capitalistas; entendiendo la resiliencia como un eufemismo de capacidad de autoexplotación laboral, en un contexto de máxima competitividad, fruto de un mercado con recursos limitados, esto es; donde no hay oportunidades de empleo para todo el mundo y solo quienes son más ‘resilientes’ y soportan las peores condiciones, lograrán cierta estabilidad laboral. Dicho de otra forma, la resilencia se concibe como una artimaña psicológica que permite asegurar la docilidad y complicidad de la clase trabajadora ante las rebajas salariales, los abusos y los daños sociales producidos por las condiciones degradantes y el régimen de explotación laboral (Martínez, 2016). La resiliencia, desde esta perspectiva romantiza las condiciones laborales extremas, convirtiendo a trabajadores y trabajadores en ‘luchadores’, invisibilizando, en consecuencia, la precarización laboral subyacente”. Sandra Correa


Contra la resiliencia: a favor de la lucidez

Carlos Javier González Serrano, Ethic

El lenguaje económico, cuando sirve para aludir a lo emocional, esconde tiranía. Gestionar, adaptar(se), superar(se). La autoayuda de la resiliencia carga al individuo con toda la culpa: es él quien debe cambiar su visión del mundo y reinterpretar sus sufrimientos para ser adaptativo y funcional, en lugar de transformarse las causas sistémicas que provocan ciertas angustias.

Estas nuevas espiritualidades resilientes nos invitan a aceptar el dolor, pero no cuestionan su origen. Existe una peligrosa rama de la autoayuda y del automanagement que, amparada bajo la engañosa denominación de neoestoicismo, nos invita a mantener intactas las competencias y el nivel de adaptación tras un suceso doloroso o a fortalecernos frente a la adversidad, sean cuales sean nuestras circunstancias.

(…) una versión ‘positiva’ de lo que antes se llamó autoayuda –ahora se llama desarrollo personal– que anima a reconstruirse, reinventarse y crecer frente a las dificultades».

(…) Una ideología que incluso se está implantando ya en los centros educativos con expresiones como no es lo suficientemente ambicioso, no es lo bastante emprendedora, etc. Una jerga económica que pretende rentabilizar emociones y reformular nuestro sufrimiento como una falla individual, como un cortocircuito de lo esperado, de lo normalizado y rentable para el sistema socioeconómico imperante.

¿Qué hacer frente a esta despiadada manipulación emocional y la despolitización del sufrimiento? Solo cabe una mayor (y mejor) educación. Sobre todo, de aquellas disciplinas que nos hacen observar y analizar la realidad en sus dimensiones globales, estructurales, en su aspecto macro. Fomentar este trabajo en casa, en centros educativos y en nuestros círculos de proximidad es más imprescindible que nunca.


Què hi ha darrere l’educació emocional?

Rosa Canyadell (Diari de l’Educació)

¿Està el professorat capacitat per dur a terme aquesta mena de “teràpia positiva”? ¿O hem de confiar amb personal extern, que no ha passat cap control i que, molt sovint, predica tècniques poc contrastades científicament?

I és que, d’un temps ençà, el Departament, la OCDE, les multinacionals, la Fundació Bofill, la Fundació Botín del Banc Santander, el BBVA, La Caixa… estan terriblement “preocupats” pel “benestar emocional” de l’alumnat i promocionen lleis i formació sobre el que s’anomena “Educació Emocional”.

(…) no ens enganyem, no es tracta de tenir en compte les emocions de l’alumnat, de preocupar-se pels seus problemes. Es tracta de inculcar-los-hi la idea que el seu benestar ve de dins seu i que si gestionen bé les emocions tindran menys malestar, aprendran millor, tindran més èxit a la vida i seran més feliços. I tot això independentment de les circumstàncies socials, econòmiques, familiars… en què es trobin.

De manera similar, en l’àmbit del professorat, igual que en algunes empreses, ens vénen l’educació emocional com una manera d’augmentar el benestar al marge de les condicions laborals i/o les exigències empresarials.

Cal estar atents, a més, perquè dins d’aquestes propostes d’educació emocional hi ha moltes tècniques diferents (constel·lacions, psicologia sistèmica, intel·ligència emocional, coaching, ioga, pranic healing, psicologia positiva…) i algunes d’elles poden ser perilloses per l’alumnat, sobretot si no les du a terme un professional.