Treballs de cures

Aquest  informe  denuncia  que  existeix  una  enorme  bretxa  social  com a conseqüència d’un sistema econòmic que valora més la riquesa d’una elit privilegiada, en la seva majoria homes, que els milers de mil·lions d’hores de l’essencial treball de cures no remunerat o mal remunerat que duen a terme fonamentalment dones i nenes a tot el món.

HISTORIA DE DOS EXTREMOS


La desigualdad económica está fuera de control. En 2019, los 2153 milmillonarios que
hay en el mundo poseían más riqueza que 4600 millones de personas. Los 22 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que todas las mujeres de África.
Esta enorme brecha es consecuencia de un sistema económico fallido y sexista. Se trata de un modelo económico defectuoso que ha acumulado enormes cantidades de riqueza y poder en manos de una élite rica, cuyos beneficios se deben en parte a la explotación del trabajo de mujeres y niñas y a la vulneración sistemática de sus derechos.


En lo más alto de la economía global se encuentra una pequeña élite de personas con
fortunas inimaginables, que van incrementando exponencialmente su riqueza sin apenas esfuerzo, independientemente de si aportan o no un valor añadido a la sociedad.
Mientras, en la parte más baja de la escala económica, encontramos a las mujeres y las niñas, especialmente aquellas que están en situación de pobreza o pertenecen a colectivos excluidos, que dedican al trabajo de cuidados no remunerado 12 500 millones 10 de horas diarias,4 e incontables horas más a cambio de sueldos de pobreza. Su trabajo es sin embargo imprescindible para nuestras comunidades. Es la base sobre la que se asienta la prosperidad de las familias, así como la salud y la productividad de la mano de obra.

Las mujeres contribuyen a la economía de mercado como mano de obra barata e incluso gratuita y, al mismo tiempo, apoyan a los Estados llevando a cabo el trabajo de cuidados que debería estar cubierto por el sector público. Oxfam ha calculado que tan solo el trabajo de cuidados no remunerado que realizan las mujeres aporta a la economía un valor añadido del al menos 10,8 billones de dólares anuales, una cifra que triplica la aportación de la industria de la tecnología. Aunque se trata de una cifra nada desdeñable, es una estimación inferior al valor real, debido a que los datos disponibles se basan en el salario mínimo y no en el salario justo, y además no tienen en cuenta el valor social del trabajo de cuidados más allá de lo económico, ni tampoco el hecho de que, sin este trabajo, nuestra economía se colapsaría por completo. Si fuese posible cuantificar la aportación real del trabajo de cuidados no remunerado, su valor económico total sería aún mayor. En cualquier caso, parece claro que el trabajo de cuidados no remunerado está alimentando un sistema económico sexista, que absorbe recursos de la mayor parte de la población y llena los bolsillos de unos pocos.

Si no se adoptan medidas firmes, la situación empeorará mucho más. El envejecimiento demográfico, los recortes en el gasto público y el cambio climático amenazan no solo con agravar la desigualdad económica y de género, sino con acentuar la crisis que afecta al trabajo de cuidados y a las personas que los proveen. La élite rica y poderosa podrá utilizar su dinero para librarse de las consecuencias de esta crisis, pero las personas en situación de pobreza y privadas de poder no tendrán esa oportunidad.


Los Gobiernos deben adoptar medidas valientes y decididas para construir una nueva
economía más humana, al servicio de todas las personas y no solo de una pequeña élite rica; una economía que ponga los cuidados y el bienestar por delante del beneficio económico y la acumulación de riqueza.

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